Fragmentos ...
El agroturismo es una de las modalidades del turismo en espacios rurales, en el que se
incluyen el turismo rural, el ecoturismo y el turismo de aventura, entre otros. De acuerdo
con la definición de la Organización Mundial del Turismo (omt), citada por Barrera
(2006), el agroturismo es la actividad que se realiza en explotaciones agrarias (granjas
o plantaciones), donde los actores complementan sus ingresos con alguna forma de
turismo en la que, por lo general, facilitan alojamiento, comida y oportunidad de familiarización
con trabajos agropecuarios.
Beneficios del agroturismo
La actividad del agroturismo ha sido considerada por entidades públicas y privadas
como una de las estrategias para dinamizar el desarrollo de las zonas
rurales por su capacidad de contribuir a la generación de ingresos adicionales a
los productores agropecuarios y pequeños agroprocesadores. El paisaje natural
y agropecuario, las prácticas culturales ancestrales y la elaboración artesanal de
productos son recursos inherentes a la vida rural, que valorizados a través del
turismo pueden complementar y diversificar las economías de muchas familias
rurales.
Sin duda, esta actividad ofrece un espacio para poner en práctica las reflexiones
teóricas y académicas sobre los beneficios de visualizar el desarrollo rural dentro
de un enfoque de territorio, recordar que la actividad rural va más allá de lo agropecuario,
valorar la importancia de los empleos e ingresos no agrícolas, y comprender la
importancia de la identificación, caracterización, explotación y preservación de los
recursos y los activos locales específicos, para generar procesos de bienestar en
territorios rurales (Riveros y Blanco, 2003).
Para Budowski (2001), el principal obstáculo para el desarrollo del agroturismo es la
carencia de personal entrenado para interpretar de forma atractiva y con suficientes
conocimientos científicos, las prácticas que más atraen a los turistas. Tampoco se
ha “explotado” la forma de satisfacer el interés de los visitantes por participar en la
cosecha de productos agrícolas o en la elaboración de un queso, por ejemplo. En muchas
de las ofertas, además, falta interacción y prevalece el efecto demostrativo, por
razones de tiempo, de logística o porque no siempre el producto de interés está
disponible durante todo el año.
Requisitos de las fincas y las agroindustrias rurales
No todas las fincas y agroindustrias tienen las mismas posibilidades de encarar con éxito
un negocio de agroturismo. Algunas poseen ventajas comparativas que facilitarán su
comercialización, por ejemplo: cercanía con centros poblados, con lugares receptores
de turismo masivo o ubicación en rutas de paso. También ayuda si los establecimientos
están localizados en una zona de gran belleza paisajística, si los productos se obtienen por medio de técnicas tradicionales de procesamiento, si se aplican buenas prácticas
agrícolas, de manufactura y se presta especial atención al uso de energías renovables,
recuperación de desechos, tratamiento de aguas residuales, reducción de humo, ruido, y
reciclaje de envases y embalajes.
Las visitas a las plantas agroindustriales deben ser atractivas y muy seguras para el
turista. En ese sentido, es necesario adecuar las instalaciones de modo que los visitantes
puedan efectuar recorridos por el lugar y observar e incluso participar en los procesos,
cuando las condiciones lo permitan, a fin de comprender la forma como se cultivan, cosechan
y elaboran los productos agroindustriales. Estos recorridos, así como las prácticas
demostrativas, deben diseñarse de manera que no haya peligro de accidentes, como
quemaduras, heridas, inhalación de humo o caídas en escaleras. Es deseable también que
las instalaciones dispongan de espacios adecuados para explicaciones sobre los procesos,
degustaciones, exhibición y venta de productos.
Reflexiones finales
Indudablemente el agroturismo constituye una importante alternativa para el desarrollo
de negocios rurales con sus consecuentes efectos en la generación de empleo e ingresos.
Sin embargo, las entidades públicas y privadas, promotoras y auspiciadoras de este
tipo de iniciativas deben adjudicar especial cuidado para que estos indicadores de crecimiento
estén acompañados de verdaderos procesos de desarrollo. Para ello se necesita
propiciar la vinculación directa de actores locales en estos emprendimientos y velar por
el mantenimiento de las culturas y los patrimonios locales que son sus activos más importantes.
Hay elementos básicos que requieren acciones inmediatas, tales como: mejorar la
oferta en aspectos como servicio al cliente, calidad, higiene y orden; propiciar la organización
de oferentes de productos y servicios; establecer alianzas entre esos oferentes y
los gobiernos locales; rescatar y poner en valor las tradiciones y los saberes locales que
permitieron el desarrollo de procesos, productos, recetas y hábitos de consumo.
El primer mercado disponible será el turismo local, primer cliente potencial por
captar y satisfacer. Las experiencias y el buen nombre desarrollado sobre esta base permitirán
posteriormente la llegada a turistas internacionales interesados en la cultura y
tradiciones. En todos los casos, este será un turista especial, que seguramente no se
presente en grandes volúmenes, pero sí con expectativas muy específicas que hay que
saber atender.
Se debe priorizar el desarrollo de capacidades locales a nivel de gobiernos, de docentes
y técnicos vinculados con acciones de desarrollo local, empresarios y pobladores
rurales, así como la construcción de ambientes de confianza que faciliten la formulación
y puesta en práctica de acciones colectivas.
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